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El ERE y yo

Mar Moreno y Manuel Recio

Mar Moreno y Manuel Recio

Sabido es que el nuevo PSOE se forjó en un despacho laboralista de Capitán Vigueras. Salvo el teatrero Alfonso Guerra, los próceres del neosocialismo se precian de ser expertos en Derecho Laboral, desde Felipe González hasta Pepe Griñán (inspector de Trabajo), pasando por Escuredo y Chaves. Este le debe a Federico Durán el favor de que su plaza como ‘profe’ en la materia se la trasladara desde el País Vasco a Andalucía. Los discípulos de esta escuela sevillana del Derecho juran que no hay un fondo de reptiles en la Junta para untar a empresas amigas, porque en realidad la pasta no se repartió a los EREs de Mercasevilla, Río Grande, Egmasa, Hitemasa…, sino a los trabajadores a título individual. ¿Y por qué he de dudar yo de la palabra de esos sabios? No dudo, sino que la hago mía. Aviso a navegantes: voy a presentar en la ventanilla de la Junta un expediente de regulación de empleo de mí mismo, un ERE unipersonal. Albergo la secreta esperanza de trincar al menos las migajas de esos 647 millones que ni pasan por el Consejo de Gobierno ni se publican en el Boja.

Carta del (sin) a los Reyes Magos

El autobombo de Monteseirín en Plaza Nueva

El autobombo de Monteseirín en Plaza Nueva

El (sin) alcalde va diciendo que ya es la hora de Espadas, pero él no deja de chupar cámara (y no sólo de su particular caja ‘tonta’, Giralda Tv) con su romería de despedida sin fin y esa  macrocampaña publicitaria que aunque use el nombre de la ciudad en realidad debería llamarse ‘Monteseirín se ve’. El (sin), que también dice que él es médico pero que sólo vio un fonendoscopio en la Facultad y de lejos, no quiere bajarse del coche oficial ni a tiros y ya le ha escrito una carta a los Reyes Magos, que para él no son ni el imputado Melchor ni los padres, sino el PSOE, y probablemente su presidente (el del partido, no de la Junta), Chaves. Y ha revelado su deseo: “si se piensa en mí para política, que sea fuera de Sevilla”.¿No decía que estaba saciado de popularidad? Si fuera tan popular como pregona, ¿por qué quiere largarse lo más lejos posible de aquí? Yo le pido a los Reyes Magos que se cumpla su afán, para darle así una variante a los versos de Machado: “Sevillanos, que no os dé ninguna pena: ¡qué bonita estará Sevilla sin Monteseirín ni Marchena!”.

Vamos a contar mentiras

A falta de cinco meses para las municipales, Monteseirín se ha dedicado durante estas fiestas navideñas a hacer declaraciones a modo de despedida a algunos medios adictos (tras pasar por caja) a su causa, en los que ha contado, como en  la canción infantil que da título a este artículo,  mentiras,  y también medias verdades, de las que entresaco el siguiente ramillete:

Tres mandatos son suficientes. Estoy muy contento de haber tomado una decisión que creo es la mejor para mi partido y para la ciudad: Monteseirín pretende hacer creer que no quería continuar como alcalde, cuando en su círculo llegó a decir que aspiraba a permanecer al menos 20 años, en línea con un Pedro Pacheco en Jerez o  un Francisco Vázquez en La Coruña. Toda su estrategia, tras la clamorosa derrota de su sector crítico en el congreso provincial del PSOE del verano de 1998, fue parapetarse en la capital y buscar la fórmula de ser designado candidato con el aval de Madrid y al margen de la Ejecutiva Provincial.

Chaves y Monteseirín se han apoyado mutuamente hasta el final

Chaves y Monteseirín se han apoyado mutuamente hasta el final

Cuando Chaves, su único valedor frente a José Blanco y José Antonio Viera, deja San Telmo, su suerte está echada. En la era de Internet, las tabletas, los e-readers y el correo electrónico, Monteseirín pasará a la historia por ser el único alcalde defenestrado a través de un medio tan antiguo como un teletipo: el famoso cable de Europa Press  por el que Griñán anunció ‘urbi et orbi’ que no repetiría. Franco mandaba a los ministros cesantes un sobre con un motorista. Griñán ni siquiera se molestó en gastar gasolina. Bastó con el télex de una agencia. Así fue como Monteseirín se enteró de que quien había tomado la decisión de quitarlo del medio fue Griñán y no él.

Le planteé a Chaves que no quería presentarme por cuarta vez a la Alcaldía. Acordamos que lo mejor era no decir nada:  Chaves deja la Junta a principios de abril de 2009 para irse a Madrid, y ya el día 22 de ese mismo mes Griñán es investido como nuevo presidente andaluz. Por entonces faltaban 25 meses exactos para las municipales. ¿Es imaginable que el alcalde de la capital de Andalucía transmita su intención de no continuar cuando faltan más de dos años y que esa comunicación la mantenga con Chaves, ya en Madrid, en vez de, o además de,  con el nuevo presidente de la Junta, y que acuerden mantenerlo en secreto sin preparar rápidamente la sucesión?

En la era de Internet a Monteseirín lo defenestraron por un medio tan antiguo como un teletipo de agencia

En la era de Internet a Monteseirín lo defenestraron por un medio tan antiguo como un teletipo de agencia

Si esto hubiera ocurrido realmente, no denotaría más que su torpeza al haberse mantenido en la estela de Chaves sin comprender que el nuevo hombre fuerte en Andalucía era Griñán, que aunó la doble condición de presidente de la Junta y secretario general regional. Obrando a espaldas de Griñán, Monteseirín se cavó su propia tumba política.

Me he quedado (en la Alcaldía) porque el partido me pide que siga hasta el final para rematar los proyectos pendientes: Declaración contradictoria con esta otra de que él defendía que una persona de su equipo de gobierno (Celis) se hiciera cargo de la Alcaldía cuando faltara algún tiempo, y fuera el alcalde para después ser el candidato. Monteseirín no se ha quedado porque el partido se lo pidiera, sino porque el PSOE no ha querido pagarle el precio exigido por él para dejar la Alcaldía antes de tiempo y no hacerle sombra al alcaldable, y también para hacerle pagar la factura de su negativa a facilitar su sucesión. En su momento le ofreció un puesto en el Parlamento Europeo a cambio de dejarle vía libre a Emilio Carrillo, pero con tal de fastidiar a este último, ha acabado por fastidiarse él mismo. Si le dan una salida será después de las municipales y no antes, porque a cinco meses del 22-M ya no tiene sentido.

Mi proyecto ha sido refrendado en tres ocasiones por los sevillanos: Otra mentira, y una de las más reiteradas por Monteseirín. Sólo ganó una de las tres elecciones municipales a las que se ha presentado, y por mayoría relativa. Las primeras y las terceras las ganó el PP (Soledad Becerril y Juan Ignacio Zoido), y en sus tres mandatos tuvo que pactar (una vez con el PA, dos con IU) para lograr los votos que le faltaban para ser alcalde.

Soy el único alcalde de Sevilla que siempre mejoró sus resultados: Una mentira si afirma esto y una verdad con trampa si afirma que mejoró el número de concejales. No mejoró siempre sus resultados porque el PSOE pasó de 130.958 votos en las elecciones municipales de 2003 a 124.534 en las de 2007. Y si en 2007 obtuvo un concejal más (15 en total) que en 2003 (14) pese a haber perdido 6.424 votos de una elección a otra, esto es sólo posible por las características de nuestro deficiente sistema electoral. Por tanto, en votos populares y en refrendo de los sevillanos, Monteseirín podría decir sin faltar a la verdad que ha sido el único alcalde cuyos resultados han empeorado y que aun así siguió siéndolo.

Me critican en núcleos conservadores, con aires predemocráticos y del nacionalcatolicismo, que no tienen nada que ver con los tiempos en que vivimos: Por eso él, tan progre, ha concedido trece medallas de la ciudad (récord mundial) a otras tantas vírgenes y arbitrado una política de subvenciones a las cofradías conocida como “el urbanismo morado”.

Después de ser alcalde, estoy saciado de popularidad: El 20% de los sevillanos que declaran conocerlo  lo califican directamente con un cero; jamás ha sido aprobado en una encuesta durante sus 12 años de mandato, sin contar el demoledor resultado para él del sondeo encargado por el PSOE a Julián Santamaría, y en el último  divulgado aparece como el segundo alcalde de España peor valorado.

En honor a la verdad, debería haber dicho esto: “Después de ser alcalde, estoy saciado de impopularidad”.

El ‘rey’ destronado

Monteseirín llega a la Alcaldía por un pacto entre Chaves y Rojas Marcos tras el hartazgo de Becerril para reeditar el pacto con los andalucistas. El PA lo analizó todo como si fuera una partida de ajedrez: si piden esto, contraofertamos aquello; si rechazan tal cosa, ofrecemos esta otra…..Esta sucesión de tableros políticos visualizados previamente permitió cerrar la coalición en 48 horas, una rapidez que dio pábulo a la tesis del PP de que había sido acordada antes de las elecciones y no después.

Monteseirín, una marioneta de Caballos contra Borbolla, se vio así con el bastón de mando, pero sitiado por un PA que controlaba las delegaciones clave, Urbanismo en especial para redactar el nuevo PGOU, y el 70% de las inversiones.

ESTRUCTURAS PARALELAS

Ya contamos cómo el PSOE diseñó estrategias para romper el férreo control andalucista. Una fueron las inversiones en los barrios a través de los Distritos, raíz del caso Macarena. Otra, la creación de estructuras paralelas de poder aparente, como el  Plan Estratégico para contrarrestar a la Gerencia de Urbanismo y lanzar el mensaje de que el diseño de la Sevilla del futuro estaba en sus manos.

La Oficina del Plan Estratégico se constituyó en noviembre de 1999, con Alfonso Yerga como director, pero Monteseirín se desembarazó pronto de él. Yerga acabó refugiado en la Junta  para dejarle vía libre al valido del alcalde, Manuel Marchena, su ‘eminencia gris’. Marchena, un oscuro y ambicioso profesor de talante chulesco, medró por los vericuetos administrativos del turismo tras escribir un libro sobre el tema, aparte de por sus vinculaciones al partido, y medrando medrando acabó relacionándose con Monteseirín a través del Patronato Provincial de Turismo, dependiente entonces de la Diputación, que aquél presidía antes de saltar al Ayuntamiento.

SIMBIOSIS

Monteseirín, psicológicamente un pusilánime, pronto estableció una relación simbiótica de dependencia con Marchena,  su antítesis y a la vez  alma gemela, individuo sin escrúpulos  y ‘bon vivant’, capaz de cualquier cosa con tal de no volver a la tiza, pues con el magro sueldo de PNN no podía aspirar a trepar socialmente, comer en restaurantes de cinco tenedores, vestir a la última y lucir macizos relojes y gafas de marca. Al cabo de diez años se ha sabido que Monteseirín le había puesto un sueldo en Emasesa de 170.749 euros (declaración de 2009) y que ese dinero aún le parecía poco al alcalde  “para lo que valía” su ‘alter ego’.

Ya refugiado en la Junta, a Yerga empezaron a llegarle noticias del Plan Estratégico. Su sucesor había pedido una Visa Oro y el alcalde quería adscribir un coche y un chófer a la Oficina del Plan. ¿Un coche? ¿Para qué? Pronto comprendió la razón: Marchena no tenía carné. Visa y coche a las primeras de cambio.

Y cuando Monteseirín, para guardar las apariencias, instó a una comida de confraternización entre Marchena como responsable del Plan Estratégico y el andalucista del PGOU, el valido no tuvo el menor empacho en decir que él tendría que comer muchos langostinos para llevarse las papas a su casa. Una declaración de intenciones que ha cumplido a rajatabla durante 11 años.

VALIDO DEL ALCALDE

En 2003, tras las elecciones en que el PSOE demolió al PA con el ‘urbanismo bajo sospecha’ pese a haber sido corresponsable como socio de gobierno, Monteseirín puso a su valido al frente de la Gerencia y lo erigió en el interlocutor ante los poderes fácticos de la ciudad, cuyos representantes no dudaron en adularlo, tratarlo como un igual (‘Manolo’ por aquí, ‘Manolo’ por allá) e invitarlo a los reservados de los mejores restaurantes. No era para menos, si desde Urbanismo había miles y miles de millones en juego con el nuevo PGOU y el alcalde no se recataba en decir que quien quisiera algo del Ayuntamiento, que hablara con Marchena en vez de seguir los cauces administrativos.

Con ese poder delegado, acentuado tras su posterior nombramiento como vicepresidente de la AIE y viéndose servilmente halagado, no es extraño que la altanería de Marchena haya crecido hasta extremos desorbitados y que se vanagloriara de utilizar la publicidad institucional para silenciar voces críticas y comprar periódicos. El valido del alcalde ha procurado tejer una red clientelar particular al presentarse como el desatascador de los problemas de los administrados que recurrían a él como atajo. De esta manera, convertía lo que era un derecho en un favor personal a él debido: un neocaciquismo.

PRINCIPIO DEL FIN

Mediante esta cadena de favores (promesa de patrocinar publicaciones del Ateneo con dinero de Emasesa) se hizo nombrar rey Melchor en la Cabalgata, un peldaño más en su escala de trepa social, pero tras su imputación en el caso Mercasevilla el Ateneo le ha retirado el nombramiento haciendo caso omiso a sus bravatas.

Marchena, que merece la presunción de inocencia pese a ser uno de los adalides del ‘urbanismo bajo sospecha’ sin pruebas, no debió verse en esta tesitura, no por estar imputado, sino porque jamás debió ser nombrado rey mago, ya que encarna lo peor de la era Monteseirín y su corrupción moral, y ninguno de los valores que ha de proyectar la Cabalgata.

Su destronamiento como rey mago puede significar el principio del fin de Marchena, por no inspirar ya temor y haber ligado su destino a un alcalde con fecha de caducidad. Más pronto que tarde, comprobará que quienes le adularon lo ignorarán o despreciarán, porque ha dejado de serles útil. Sic transit gloria mundi.

Un búnker en la Plaza Nueva

Griñán, presidente de la Junta y secretario general del PSOE (A), sólo ha sabido adoptar como medida de fuerza y autoridad ante el rebelde Monteseirín la consigna de hacerle el vacío desde su Gobierno como respuesta a su desmedido afán de protagonismo y a su torpedeo a Espadas.

A Griñán, que pilló descolocado al alcalde cuando anunció su defenestración mediante el famoso teletipo de Europa Press, le está pasando con Monteseirín lo mismo que a Viera en los últimos años y tras haberlo arrasado en el último congreso provincial: al no rematarlo políticamente cuando lo tenía contra las cuerdas, ni ser capaz de imponer su autoridad orgánica, el alcalde acaba haciendo caso omiso de sus directrices y tensa la situación al máximo para que sean los otros los que reculen por miedo a que decisiones drásticas que afecten a la Alcaldía de la capital de Andalucía tengan un coste electoral para  el partido.

Monteserín se crece a medida que pasa el tiempo y ve que nadie, ni Viera ni Griñán, lo meten en cintura, y acaba convirtiendo el Ayuntamiento en su búnker político.

NINGÚN PASO ATRÁS

Griñán  está comprobando el calificativo con que definió a Monteseirín su antiguo protector, Caballos: “Alfredo es un glotón de la política”.           Por esa glotonería, Monteseirín no va a quedarse en ayunas de fotos y actos, por más que reste protagonismo a Espadas y el PSOE le haya instado a que dé un paso atrás y deje los focos para el candidato, que necesita incrementar su grado de conocimiento a sólo siete meses para las elecciones.

Apenas iniciado el nuevo curso político, Viera lanzó el mensaje de que “ahora llega el turno del candidato y no del alcalde”.

Monteseirín recogió el guante. Seis días después se autoconcedió una entrevista en su televisión particular, Giralda TV, donde proclamó que su candidato a la Alcaldía (en defecto de él mismo) era Celis y no Espadas, y que aunque no había “ningún tipo de diferencias”, él se dedicaría a “visitar las obras, ver cómo van  e inaugurarlas”. Y añadió: “Yo voy a rematar la gestión;  el proyecto político de futuro le corresponde al candidato”.

ESPACIO LLENO

No tardó en desmentirse a sí mismo, como cuando anunció que estaba promoviendo una nueva pasarela sobre el río, proyecto que Espadas interpretó suponía una intromisión en ese futuro que él debía representar y al que por eso calificó de obra no prioritaria: “Claramente –dijo- es una propuesta que corresponde analizar al nuevo mandato municipal”.

Monteseirín, acusado por Del Valle de haber propiciado un exceso de protagonismo de Torrijos por haber dejado vacío el espacio que le correspondía como alcalde, hace ahora justo lo contrario con Espadas y se niega, con una política de hechos consumados, a cederle sitio. El alcalde quiere morir matando y tiende a fagocitarlo todo, haciendo honor a su ‘glotonería política’.

Griñán no sólo ha descubierto que Monteseirín ‘ningunea’ a Espadas, sino que se ha destapado como el hombre de Chaves, justo cuando el presidente más procura desmarcarse de su predecesor (nadie significado de la Junta fue a su conferencia en el club Cámara 500 ni a la reinauguración de la Plaza de España), para no aparecer como una marioneta del hombre que gobernó Andalucía 20 años.

PROTEGIDO DE CHAVES

La identificación de Monteseirín con Chaves no es de ahora, sino de siempre, porque fue el expresidente quien, contra el criterio de Viera y de Blanco, se empecinó en mantenerlo primero como candidato y, luego, como alcalde, cuando el PSOE (A) aún estaba a tiempo de sustituirlo por Carrillo y de remontar en las encuestas.

En Madrid, Zapatero y Blanco esgrimieron los sondeos favorables a Trinidad Jiménez para organizar su asalto a la Comunidad por encima de Tomás Gómez. En Sevilla, Monteseirín no ha aprobado jamás un sondeo en doce años y es rechazado por el 80% de sus correligionarios, pese a lo cual el PSOE no ha podido defenestrarlo de candidato a la Alcaldía hasta que, ido Chaves, Griñán se hizo con el poder orgánico.

Y es que Chaves temía que si daba luz verde a su relevo en pleno mandato como alcalde, abría el debate de su propia sucesión en la Junta a mitad de legislatura, como así acabó sucediendo. Sus destinos estaban entrelazados como cerezas: él acabó en Madrid y Monteseirín, de alcalde amortizado y peripatético por Sevilla.

OPORTUNIDAD PERDIDA

Pero ni Griñán, pese a tener todo el poder, ni Viera han sabido forzar la salida de Monteseirín de la Alcaldía cuando más factible era nombrar como sucesora a Rosamar Prieto y ‘dedil’ a Espadas para que, como delegado de la Presidencia en el Ayuntamiento, cobrara visibilidad ante los sevillanos. El  PSOE ha perdido los meses en buscarle un cargo a Espadas, al que ha dejado huérfano institucional tras quitarlo de consejero (en Madrid, Trinidad Jiménez no se planteó dejar el Ministerio aunque hubiera sido la candidata a la Comunidad) y luego en evidencia con la torpe maniobra para elevarlo al Senado.

Mientras, Monteseirín se ha encastillado en la Alcaldía en una actitud (llegó a exigir un cargo remunerado con 220.000 euros) que recuerda a la de Beneroso y Benjumea en las cajas.

Griñán ha perdido ahora una gran oportunidad con la marcha de Rosa Aguilar a Madrid. Podría haber nombrado consejero de Obras Públicas a Monteseirín y quitarlo del medio en beneficio de Espadas activando la solución Rosamar. Obras Públicas habría sido el destino ideal para Alfredo, el de las setas de la Encarnación. Como allí ya está exiliado Celis, ni siquiera habría hecho falta retocar el organigrama de la Consejería.

La trama de las facturas falsas

La Policía ha acreditado que el Ayuntamiento pagó antes de las municipales de 2003 por obras no ejecutadas en el distrito Este y amparadas en facturas falsas, al igual que en el distrito Macarena, hechos éstos por los que la Justicia condenó a penas de cárcel a José Pardo, escolta del alcalde en aquella campaña electoral, y a José Marín, exdirector de Área del Ayuntamiento y, en la época de autos, secretario del distrito.

El presidente de la Cais, José Baena, alertó a la Justicia de que en mayo de 2007 recibió copias de unas facturas por valor de 5.266 euros y emitidas por un cambio de solerías en el distrito Este, obras que jamás se ejecutaron, pese a lo cual fueron abonadas por el Ayuntamiento. La Policía elevó en 2008 a la juez del  caso un informe en el que advertía de que esas facturas no son más que “la punta del iceberg”, porque el constructor había facturado al distrito 269.412 euros sin que las cuentas cuadrasen.

La Policía ratifica así la denuncia que en 2005 hicieron los dos ediles del PA, Paola Vivancos y Rafael Carmona, que destaparon el escándalo, los cuales señalaron que había una trama de facturas falsas en los distritos  Macarena y Este. Sólo les dio tiempo antes de salir del Ayuntamiento a airear la corrupción en el primero.

CAMBIO DE PAREJA

Tras las municipales de 1999, el hartazgo de Soledad Becerril propicia la ruptura de la coalición PP-PA y la forja de una nueva alianza, PSOE-PA, que permite el acceso de Monteseirín a la Alcaldía por un pacto en el que Rojas Marcos  impuso a Chaves desde el Metro hasta  su cuota de poder municipal: controlarían el 70% de las inversiones del Ayuntamiento pese a contar con la mitad (6) de concejales.

El PA seguía manteniendo la delegación clave de Urbanismo y otras áreas que les permitían proyectar sus políticas para luego rentabilizarlas electoralmente: Obras, Cultura y Deportes, Fiestas Mayores y Participación Ciudadana. Así pues, Monteseirín gobernaba realmente sobre un 30% del presupuesto y, teóricamente, su capacidad de acción era muy limitada, si bien el PSOE podía beneficiarse de la imagen pública del nuevo alcalde, imagen que ha acabado siendo tan pésima como empezó, ya que su primera decisión fue la de subirse el sueldo.

EL ANZUELO

Los socialistas tendieron una ‘inocente’ trampa a los andalucistas, y éstos mordieron el anzuelo. El delegado de Hacienda y del distrito Macarena, Carmelo Gómez, propuso a sus socios que se incrementaran los presupuestos de los distritos y se les permitiera acometer pequeñas obras: arreglos y similares.

El grupo Andalucista debate la propuesta. En principio no le ve sentido, porque el PA controlaba todos los trabajos  en la ciudad a través de Urbanismo y de la nueva delegación de Obras. Asimismo, porque los distritos carecían de personal y más aún de técnicos especializados, como eran los de Urbanismo, para controlar la calidad de la ejecución y la veracidad de los presupuestos de los contratistas.

Sin embargo, al final se impone la tesis de Juan Ortega, delegado de Fiestas Mayores, que veía en la idea una gran oportunidad de que se visualizara en su distrito Sur la acción del PA. Así que se multiplicó el presupuesto de los distritos y se les dio capacidad de hacer ‘obritas’, pese a que ni tenían personal ni técnicos, una carencia que Carmelo Gómez se ofreció a subsanar mediante arquitectos de Patrimonio que visasen los expedientes y personal de apoyo (voluntarios) que supervisasen las obras, que se acometerían previa consulta a los vecinos sobre su necesidad.

PRINCIPIO DEL FIN

Cuatro años más tarde, tras las elecciones de 2003 -en las que el PSOE marcó al PA con la acusación del ‘urbanismo bajo sospecha’-, Monteseirín logró desembarazarse de sus incómodos socios de gobierno al forjar una nueva coalición con IU merced a la caída de los andalucistas, que de 6 concejales pasaron a 4. El PSOE ganó el equivalente a lo perdido por el PA y pasó de 12 concejales a 14.

Dos de los distritos controlados por los socialistas, Macarena y Este (ambos con casos de facturas falsas), fueron clave. En Macarena, el PSOE pasó de 29.217 votos a 34.711;  el PA, de 14.526 a 9.565. En Este, el PSOE evolucionó de 36.365 a 41.501;  el  PA registró 9.938 votos frente a los 12.739 anteriores. Y en el distrito Sur, donde debían visualizarse las obras acometidas por el PA, el PSOE prácticamente se mantuvo (de 18.912 votos a 18.645) y los andalucistas fueron incapaces de rentabilizar nada: de 7.787 votos a 6.370.

Ya en la Oposición, cuando Vivancos y Carmona buscaron una explicación a lo ocurrido y chequearon durante seis meses los expedientes municipales, se percataron de que de obritas, nada: en los distritos controlados por el PSOE se habían urbanizado hasta avenidas enteras mediante facturas fraccionadas como “arreglitos”, y hasta en los marmolillos se había impreso, en vez del sello municipal, una leyenda del  distrito Macarena, para que los vecinos visualizaran quién les hacía las obras, encargadas a personas afines. Como no había control técnico de Urbanismo, nadie sabía, podía o quería interpretar si habían sido 100 en vez de 200 los m2 de solería colocados, y así se propició que se inflaran los costes y hasta se falsificaran facturas por  obras inexistentes, como se ha vuelto a demostrar ahora en el distrito Este, donde la Policía no ha hallado vestigio de “solado de hormigón pulido en color verde”.

Monteseirín, que dijo desconocer hasta a su guardaespaldas –uno de los condenados en el caso Macarena-, calla. ¿Seguirá sosteniendo que no había ninguna trama?

Veneno

Bebel, uno de los fundadores del SPD alemán, reaccionó en pleno Parlamento a un aplauso de sus oponentes: “Cuídate, viejo Bebel, del elogio de tus adversarios”. Peor aún que ‘los otros’ son ‘los nuestros’, según dijo Churchill a un inexperto diputado: “Los que tiene usted enfrente son los laboristas, que son sus adversarios; los enemigos los tiene aquí detrás, en su propio partido”. Andreotti acuñó su particular escala: “En la vida hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos mortales, enemigos y…compañeros de partido”. Por eso no hay que tomarse al pie de la letra, sino todo lo contrario, el elogio de Chaves a Monteseirín al equipararlo a Felipe González como “los políticos que más han  contribuido a la transformación de Sevilla”. Si Alfredo es tan bueno como Felipe, ¿por qué no repite como candidato? El elogio llevaba veneno: era una carga de profundidad contra el actual presidente de la Junta. Por eso, en la escala de Andreotti evolucionada (como los Fórmula-1) por Griñán ahora hay enemigos, compañeros de partido, Chaves y Monteseirín.

El PSOE proyecta nombrar senador a Espadas

El alcaldable socialista iría a la Cámara Alta

en lugar del exconsejero García Garrido

El plan crea tensiones en Cádiz y Chaves exige que se compense

a Garrido con la Delegación del Gobierno

Es la segunda vez que el puesto de López Garzón está en peligro

por el candidato a la Alcaldía

El PSOE de Sevilla ha llegado a un principio de acuerdo con la Ejecutiva Regional para dar visibilidad institucional a Juan Espadas, candidato a la Alcaldía de la capital, con su nombramiento como senador por designación autonómica en lugar de otro exconsejero de la Junta, el gaditano Luis García Garrido.

El plan, sin embargo, no es del agrado del vicepresidente del Gobierno y extitular de la Junta, Manuel Chaves,. por afectar a Cádiz, la provincia por la que tradicionalmente ha sido diputado y donde hay una larvada guerra entre distintas corrientes socialistas. Chaves quiere que se compense a García Garrido con otro cargo, preferentemente la Delegación del Gobierno en Andalucía.

El reciente episodio de la inauguración del curso escolar, donde el candidato socialista a la Alcaldía de Sevilla, Juan Espadas, tuvo que colarse en la comitiva oficial sin rango alguno que le diese cobertura al tratarse sólo de un señor particular que, según la versión oficial de la Delegación de Educación fue invitado únicamente en esa condición mientras se vetaba el acceso de políticos del PP (Arenas, Zoido) con rango institucional, ha colmado el vaso de la paciencia del PSOE sevillano.

La Ejecutiva Provincial socialista quiere que Juan Espadas, que no será nombrado oficialmente candidato a la Alcaldía de la capital hasta el próximo mes de octubre, tenga un cargo oficial que le evite problemas como el citado a la hora de justificar su presencia en cualquier tipo de acto y le dé visibilidad pública hasta el momento de su designación.

Fuentes socialistas han confirmado que la Ejecutiva Provincial y la Regional han llegado a un principio de acuerdo para que Juan Espadas sea nombrado senador en Madrid en representación del Parlamento de Andalucía. Como se recordará, anteriormente se proyectó su nombramiento como delegado del Gobierno en sustitución de Juan José López Garzón, aunque las reticencias internas y la polémica externa suscitadas por dicha maniobra acabaron por tumbar la iniciativa, de la que López Garzón se enteró por los periódicos.

En este nuevo plan, el senador inicialmente señalado para dejar su puesto a Espadas es otro exconsejero, el de Obras Públicas, Luis García Garrido. Este a su vez sustituyó en el Senado en la primavera de 2009 a Mar Moreno, que causó baja en la Cámara Alta para incorporarse al Gobierno de José Antonio Griñán como consejera de Educación y portavoz.

IMPACTO EN CÁDIZ

El pacto entre el PSOE de Sevilla, bastión de Griñán en el congreso extraordinario que le elevó a la Secretaría General del partido en Andalucía  tras su designación como sucesor de Chaves,  y el PSOE regional no ha sido del agrado del vicepresidente del Gobierno y líder socialista andaluz durante los últimos veinte años, Manuel Chaves.

Chaves entiende que ese movimiento de piezas altera el delicado tablero del partido en la provincia por la que tradicionalmente ha sido diputado, Cádiz,  donde se asienta una de las facciones más descontentas con Griñán por su pérdida de poder tras el congreso extraordinario. De hecho, el secretario general de los socialistas gaditanos y presidente de la Diputación Provincial, Francisco González Cabaña, dio el plante a Griñán y no se integró en la Ejecutiva del PSOE(A).

Si al descontento del ‘clan de Alcalá’, al que pertenece el hombre de confianza de Chaves en Andalucía, Luis Pizarro, relegado en la Junta a consejero de Justicia y eliminado del núcleo duro del partido donde fue todopoderoso secretario de Organización, se le unen las tensiones generadas por el afán de Madrid de que se potencie al máximo la figura de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, se comprende el miedo de Chaves, hombre siempre de equilibrios, de que Luis García Garrido pueda ser relegado a un papel menor.

Y es que en Madrid se ve a Luis García Garrido, por su bonhomía y su autoridad moral unánimente reconocida por todos sus compañeros gaditanos, como un hombre clave para el futuro en caso de que fuera necesario pacificar la situación en la provincia, un hombre de integración y eliminador de tensiones. Además, es también clave en la agrupación de Sanlúcar de Barrameda, municipio del que fue concejal durante años y por el que llegó a la Diputación Provincial.

Chaves entiende que no se puede devaluar políticamente la figura de Luis García Garrido en las actuales circunstancias y que para llevar a cabo el plan del PSOE de Sevilla de darle rango y visibilidad a Juan Espadas habría que compensar a García Garrido con otro cargo como la Delegación del Gobierno en Andalucía, cuyo titular es Juan José López Garzón.

Curiosamente, es la segunda vez que se piensa en el relevo de López Garzón como delegado del Gobierno por el afán de darle proyección pública a Juan Espadas con un cargo institucional. López Garzón lleva ya más de seis años en el puesto y su nombre también ha sonado en diversas ocasiones para la presidencia de Cartuja-93 en caso de que hiciera falta hacerle un hueco institucional.

Yo, Alfredo

Robert Graves publicó una de las mejores novelas históricas, ‘Yo, Claudio’, continuada en ‘Claudio, el dios, y su esposa Mesalina’. La BBC hizo una adaptación televisiva protagonizada por Derek Jacobi que obtuvo un clamoroso éxito internacional, repetido en España cuando fue emitida por TVE. Graves narra de una manera magistral las vicisitudes del Imperio Romano bajo la dinastía Julia-Claudia a través del emperador Claudio, que pasaba por ser el más ingenuo y manipulable miembro de la familia. A Claudio lo designaron emperador porque estaba rodeado de gente tan ambiciosa y sin escrúpulos, que el nombramiento de cualquiera de ellos habría sublevado a los demás, con unas consecuencias pavorosas (guerra civil). Se busca por tanto a un individuo que no sea visto como un peligro para el resto, un personaje débil y de transición, al que todos confían en teledirigir en beneficio propio o quitar del medio más pronto que tarde.

El ingenuo Claudio, sin embargo, se consolida en el poder pese a su aparente candidez, mientras que quienes intrigan a su alrededor van cayendo en desgracia, se matan entre ellos o se anulan…. y nunca emerge una alternativa clara, hasta que al final al emperador le dan a comer un plato de setas que ‘casualmente’ resultan ser venenosas.

DE ROMA A SEVILLA

El ascenso al poder municipal de Monteseirín recuerda la trama de la novela de Graves. Salvando las distancias y los dos mil años de civilización, las luchas fratricidas, las caídas en desgracia y las puñaladas políticas están a la orden del día en la agrupación más poderosa del PSOE español.

Borbolla, que fue el instrumento del partido para quitarse del medio a un Escuredo que se había creído demasiado la autonomía de Andalucía y la suya propia (precursor de los barones autonómicos), fue a su vez víctima de otro de esos movimientos pendulares y acabó refugiándose en el Ayuntamiento de Sevilla tras ser forzado a abandonar la  Junta.

Pero aun así, Borbolla seguía suponiendo una amenaza para el ‘establishment’ socialista de la época. Por tanto, cuando se impuso la moda de las primarias, que desembocó en la bicefalia Borrell-Almunia, el ‘líder natural’ del PSOE sevillano, Caballos, ordenó que se votara a Monteseirín, un secundario que pasaba por ingenuo y que gracias al poder de la marca socialista en Sevilla acabó no sólo con Pepote, sino también como alcalde tras un pacto forjado entre Chaves y Rojas Marcos y en el que él  no tuvo arte ni parte.

MATAR AL PADRE

En el paralelismo entre Claudio y Alfredo, este último va viendo desde la privilegiada atalaya del puesto de alcalde de la capital,  única gran urbe andaluza que al cabo gobierna el PSOE, cómo Chaves se sostiene en el Poder merced a una política de equilibrio (cuotas por provincias, por sexos) y que, llegado el momento, hasta recurre a él para que tome el poder en el PSOE de Sevilla y liquide la disidencia que al final  representa su valedor, Caballos.

Alfredo sufre un ataque de pánico y Viera acaba ocupándose de la misión encomendada por Chaves, pero el alcalde se sube en el último segundo al carro ganador tras ver por dónde sopla el viento y aunque sea en el cargo honorario de presidente provincial. Monteseirín mata así simbólicamente a su padre político, Caballos, y a partir de ese momento sólo le queda huir hacia delante para no ser víctima futura en otro de esos movimientos pendulares socialistas.

Su objetivo a partir de entonces será asaltar desde el Ayuntamiento el poder orgánico que encarna Viera,  utilizando el Consistorio (los distritos, las empresas municipales) para crear una gran red clientelar de militantes como ariete y la institución como parapeto desde el que iniciar la Reconquista en caso de fracaso, todo adobado con la bandera de la renovación y poniendo siempre al partido en situación límite por el riesgo de perder la Alcaldía en caso de abrir  una crisis si osara removerlo del cargo.

EL ÚLTIMO PULSO

Sólo la marcha de Chaves (que le dio alas durante estos años) y la necesidad de Griñán de pactar con Viera el apoyo de Sevilla en el congreso extraordinario frente a la amenaza que podían suponer Jaén (Griñán) y Cádiz (Pizarro), han frustrado en el último minuto los planes de Monteseirín de perpetuarse en la Alcaldía y de culminar un segundo asalto contra Viera, tras haber ido liquidando a posibles rivales dentro del Consistorio (Carmelo Gómez, el propio Viera, Emilio Carrillo) a fin de que nunca hubiera una alternativa a él mismo, y aunque el PSOE pagara la factura de su desgaste, como revelan unas encuestas cada vez más demoledoras.

Defenestrado, ahora se niega a irse tras haberse despedido públicamente. Dejando al margen la dignidad personal, dice que sigue hasta el final del mandato atendiendo a un supuesto clamor popular, al que haría oídos sordos si le dieran una embajada o un cargo en la CECA. Usa, pues,  Sevilla como rehén y una vez más coloca  al partido en situación límite al poner precio a su salida y dejar correr el reloj, sin importarle que no dé tiempo a consolidar al alcaldable.

También deja en evidencia la falta de autoridad en el PSOE, esa debilidad interna que le permitió creérselo durante once años y ahora seguir echándole un pulso a la dirección. Pero ya no está Chaves. Quien se la juega ahora, y en gran medida en las próximas municipales, es Griñán, el hombre que pidió para sí todo el poder en el PSOE y que, sin embargo, también es incapaz de poner firme a Monteseirín  y acabar con este sainete en la Plaza Nueva.

Semana de Pasión política

No crean que la Semana Santa  supone una interrupción en las hostilidades políticas, como antiguamente suponía un alto el fuego en las guerras. Hasta tal punto ha avanzado el laicismo, que Samaranch intentó como presidente del Comité Olímpico Internacional que durante los Juegos los combatientes en cualquier conflicto aceptasen la ‘tregua olímpica’, de tres semanas, a fin de que pudieran ver tranquilamente por Tv las hazañas de los atletas, aunque luego se mataran en las trincheras con más saña aún  que antes.

No hay tregua política porque, al menos entre nosotros, todo cuanto gira en torno al mundo cofradiero se convierte en una escuela de aprendizaje para el desempeño de un cargo público. Si el general prusiano Clausewitz acuñó la famosa frase de que ‘la guerra es la continuación de la política por otros medios’, en Sevilla el universo semanasantero es la cantera donde se forjan, entre candidaturas para juntas directivas y pactos para reparto de puestos, muchos de los que luego dan el santo a la política, de ahí la enorme atención con que siguen la vida interna de las cofradías muchos gerifaltes de la Administración  a pesar de proclamarse ajenos al hecho religioso.

MUCHO ANTES DEL ‘TSUNAMI’

No hay tregua porque en la Semana Mayor el Ayuntamiento ha procurado siempre recoger el fruto de su estrategia del ‘urbanismo morado’, en busca del voto de los más de cien mil sevillanos que, según estimaciones, pagan religiosamente la cuota de su hermandad aunque luego muchos de ellos se olviden de estar al día con la Hacienda municipal, y los casi 50.000 que, según el informe ‘Cíngulo’ patrocinado por la Fundación Cofrade se visten de nazarenos. Es curioso comprobar el ‘tsunami’ (Barbeito ‘dixit’) por las declaraciones del pregonero –“ni voy a misa, ni me confieso (etcétera)”– cuando el susodicho informe ya revelaba hace nueve años –imagínense ahora- que sólo la mitad de los nazarenos confesaban ser católicos practicantes, una cuarta parte decía que procesionaba por afición en vez de por convicción y un 20% reconocía que no iba nunca a misa.

Y no hay tregua  porque en los palcos y  sillas de la Carrera Oficial y en otros cenáculos se van a hacer más que nunca variaciones, combinaciones y permutaciones entre el Ayuntamiento, la Junta y puede que hasta la Delegación del Gobierno a cuenta de la fecha de salida de Monteseirín, de si los ediles nombrados a dedo se van o se quedan, de si Juan Espadas corre por fuera o por dentro su particular carrera electoral y con dorsal o no de delegado del Gobierno, de si alguna de las intoxicaciones periodísticas de Celis va a fructificar por fin en la pedrea de algún cargo autonómico tras haber perdido el tren de la Ejecutiva socialista primero y del nuevo Gobierno de Griñán después, de si Viera va a dejar algún superviviente del sector crítico en la Casa Grande para que pueda contarlo o los va a liquidar a todos…..

MARCADA POR LA POLÍTICA

La política no descansa ni en Semana Santa, y los políticos tampoco descansan de conspirar. El Domingo de Ramos pasado ya estuvo marcado por la salida de Chaves de la Junta, y éste lo está por la salida de Monteseirín de la Alcaldía tras el famoso teletipo de Europa Press, de ahí que estos siete días serán la particular Semana de Pasión del alcalde, ya interino. Alfredo, por mucho que porte la vara en la procesión de la Hiniesta, es consciente de que los sevillanos ya saben que no pinta nada y lo más probable es que se salga de la carrera oficial a la altura del Ayuntamiento para no exhibir más su caída en desgracia.

Si hoy, conforme al dicho popular  ‘Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos’, Sevilla no ha estrenado alcaldesa con Rosamar Prieto  y Monteseirín no ha tomado las de Villadiego es, probablemente, por mor de Torrijos y su recordatorio de que legalmente él sería el alcalde en cuanto dimitiera el defenestrado Alfredo y  hasta que él mismo convocara un Pleno para elegir el sucesor. Y aunque Torrijos declarara que, por su  condición de agnóstico, no tenía intención de presidir procesiones ni palcos, no parece que el PSOE estuviera por la labor de facilitarle el cargo de alcalde provisional justo en Semana Santa.

EVITARLE LA FOTO A TORRIJOS

De lo cual se infiere que Monteseirín deberá dimitir el lunes de Pascua, y aun así los plazos estarían ajustadísimos, si no quiere continuar de alcalde interino hasta mayo, pues en caso de que siguiera deshojando la margarita de la duda o con el regateo de un cargo de consolación, no habría ya margen de maniobra para que Torrijos convocara  un pleno extraordinario para la elección antes de Feria de Rosamar Prieto como alcaldesa de transición.

El PSOE no quiere que Monteseirín deje pasar más de un día tras esta Semana Santa para irse, pues basta un retraso para que quien se pasee por el Real  como alcalde, presida  las recepciones en la caseta municipal y salga chupando cámara  en las televisiones y  periódicos sea Torrijos como alcalde accidental, ya que no daría tiempo a celebrar el Pleno de la sucesión antes del ‘alumbrao’.

La última carta que le queda a Monteseirín es manejar el tiempo de su sucesión, ya que no la elección de su sucesor, y puede jugar esa baza aunque sin arriesgar demasiado so pena de volverse de médico a San Lázaro con las manos vacías. El PSOE nunca le perdonaría que le diera a Torrijos la oportunidad de disfrutar del bastón de mando, si no en las palmas del Domingo de Ramos, sí al menos en los farolillos de la Feria.