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De propietario a inquilino

Resumen del capítulo anterior del culebrón sobre las setas. En el Pleno extraordinario del 21 de julio, el Ayuntamiento aprueba ‘in extremis’ con el voto de calidad (¿?) del alcalde el segundo modificado del proyecto, que supone una aportación extraordinaria municipal de 30,47 millones de euros para culminar  la obra. Los voceros municipales reconocen a regañadientes que de los 51 millones iniciales se pasa a 89,6, si bien según las estimaciones desarrolladas anteriormente en esta página el coste real de la ‘operación Encarnación’ en que Monteseirín ha embarcado a los sevillanos ascendía a   123 millones de euros.

En ese Pleno y/o en declaraciones a los medios, Torrijos advierte de que no va a admitir ninguna desviación presupuestaria más y que no las refrendará con sus votos. Asimismo, dice contar con información reservada de que habrá más sobrecostes y que la obra no se acabará en el nuevo plazo (el quinto ya): diciembre de 2010.

DE ALQUILER EN SU PROPIA CASA

El Pleno se celebró el 21 de julio, y Monteseirín ocultó, igual que ocultó en 2007 los informes que decían que las setas eran técnicamente inviables, que estaba acabando de negociar con la empresa constructora Sacyr que el Ayuntamiento pasara de propietario del edificio de la Delegación de Hacienda en la Encarnación a inquilino y por un plazo de cinco años, tal como acordó la Junta de Gobierno reunida justamente al día siguiente del Pleno: el 22 de julio.

Como se recordará, ese pésimo jugador de billar que es el aún alcalde había ideado en 2005 la siguiente carambola: le regalaba 25 millones de euros a Sacyr y le otorgaba una concesión mercantil durante 40 años de toda la Encarnación, incluido el edificio de la Hacienda municipal, para que edificase las setas en el plazo de dos años por la ‘módica cifra’ de unos 51 millones de euros. Luego le compró al Ministerio del Interior la antigua y ruinosa comisaría de la Plaza de la Gavidia por 9,9 millones de euros y le cedió cinco solares para que construyera otras tantas comisarías, y con la Gavidia en sus manos trasladaría allí a los funcionarios de la Hacienda municipal antes de entregarle el inmueble a Sacyr para que lo rehabilitara, cosa que tampoco ha hecho, y lo alquilara para oficinas.

Cinco años después, las setas están por acabar, su presupuesto oficial casi se ha duplicado a costa de los sevillanos, Interior sólo ha construido una comisaría de las cinco, la Gavidia está más en ruina que antes y ahora hay que pagarle a Sacyr otro sobrecoste derivado de las setas en concepto de alquiler de un edificio del propio Ayuntamiento. ¿Cabe mejor metáfora de hasta dónde es capaz de llevar Monteseirín a Sevilla? La factura del alquiler será de 60.000 euros al mes, igual a 720.000 euros al año, igual a 3.600.000 euros en un lustro.

¿No decía Torrijos que no iba a admitir más sobrecostes?

BONIFICACIÓN A LOS PLACEROS

En el ínterin, los 39 placeros supervivientes del antiguo mercado se rebelan ante la pretensión de Sacyr de exigirles el pago global de 288.000 euros anuales  por ocupar las nuevas instalaciones debajo del Parasol, lo que supondría prácticamente el doble de lo que ahora abonan (de 360 euros mensuales a unos 615). Los placeros anuncian que no se van a dar por enterados de la exigencia porque pactaron con Urbanismo que la cuota mensual que tendrían que abonar no superaría el coste de mantenimiento.

Para evitar la ‘rebelión en la granja’ y más daños de imagen a su juguete preferido, el alcalde anuncia que el Ayuntamiento va a pagar ese sobrecoste porque, total, como ya destina 62.000 euros anuales al alquiler del mercado provisional el ‘statu quo’ no cambia. Una mentira más. Si Sacyr exige 288.000 euros y los 39 placeros pagan en conjunto 168.480 euros (360 euros/mes x12 meses), la diferencia a cargo del Ayuntamiento será de 119.520 euros/año. Esta cifra (sin contabilizar IVA ni IPC) supondrá 4.780.000 euros en los 40 años de concesión de las setas. Otra factura con la que no se contaba. ¿No decía Torrijos que no iba a admitir más sobrecostes?

DEMOCRATIZAR LAS VISTAS

Uno de los argumentos más demagógicos y falaces de Monteseirín, Marchena y compañía para justificar las setas era que así se democratizarían las vistas de Sevilla y la Giralda, “reservadas ahora sólo a los privilegiados que son dueños de una azotea en el Centro”, porque los sevillanos podrían subir gratis a lo alto del Parasol y solazarse viendo los tejados del caserío.

Los sevillanos no necesitan el Parasol para admirar el paisaje urbano cuando pueden hacerlo gratis desde lo alto de la Giralda, que lo duplica en altura.

Pues ahora Sacyr le exige al Ayuntamiento que le pague 180.000 euros anuales si quiere que los sevillanos tengan acceso a lo alto de las setas, ya que los turistas van a pasar por caja. Y si paga el Ayuntamiento, a la postre estamos pagando todos por, supuestamente, “democratizar” las vistas. ¿Dónde queda ahora la demagogia de Marchena? Pues bien, 180.000 euros (sin contar el IPC) en 40 años de concesión supondrán 7.200.000 euros.

Si sumamos los 3,6 millones del alquiler del edificio de la Hacienda municipal, los 4,78 millones de la bonificación a los placeros y los 7,2 millones por el acceso a las setas, veremos que los nuevos sobrecostes a futuro desde el 21 de julio ascienden a 15.580.800 euros y que el conjunto de la operación de las setas va ya por 138.580.800 euros.

Y menos mal que Torrijos decía que ni él ni IU iban a admitir más desviaciones presupuestarias.

‘Rentrée’

Las dichosas obras, como las de la calle San Jacinto (¿pero hubo alguna vez en que la calle San Jacinto no estuviera en obras?), los anuncios de las inminentes restricciones al tráfico en el Centro, los dimes y diretes sobre estaciones e itinerario de las futuribles líneas del Metro, las telarañas que está dejando Monteseirín en las arcas del Ayuntamiento antes de irse, el sobrecoste de todo lo de las setas (ahora, el alquiler de los puestos de los placeros, que pagará el sin alcalde de nuestros bolsillos), la alerta amarilla o naranja por el calor diurno y las mínimas nocturnas que rompen sistemáticamente la barrera del insomnio…..Vuelve usted -si es que tuvo la suerte de irse pese a la crisis- de las vacaciones predispuesto al síndrome de la famosa ‘rentrée’ septembrina, pero es como si no se hubiera ido, como si no hubiera cambiado nada, como si todo hubiera seguido igual, como si el tiempo se hubiera detenido y no se hubiesen movido las manecillas del reloj…..En Sevilla no hace falta ser Bill Murray para estar condenado a sufrir el día de la marmota.

Pinza contra Sevilla

Las 22 academias de la Lengua Española incorporaron recientemente a la página web del Diccionario voces como ‘abducir’, ‘cultureta’, ‘muslamen’, ‘tsunami’, ‘bróker’, ‘meloncete’, ‘rojillo’….y así hasta 2.996 enmiendas y adiciones al texto normativo de nuestro idioma porque, según el secretario de la Real Academia, ésta está “en el tajo siempre, haciendo aportes continuos para seguir el ritmo de la sociedad y del idioma”.

No estará tan en el tajo cuando aún no ha incorporado la palabra de moda del  verano tras su invención por esa maestra del eufemismo que tiene la Junta de Andalucía y que se llama Rosa Aguilar. Si usted teclea en el buscador web de la Academia los neologismos ‘reprogramación’ y ‘reprogramar’, acuñados por la consejera de Obras Públicas, la respuesta que obtendrá será que “no están en el Diccionario”.

Sí están en el Diccionario palabras de toda la vida como ‘retrasar’, ‘diferir’, ‘aplazar’, ‘posponer’….pero como con ésas se entiende todo y de lo que se trata es justamente de contrariar a nuestro universal poeta Juan Ramón Jiménez, que decía “inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas”, Rosa Aguilar no anunció  este agosto un retraso en la ejecución de 39 obras públicas programadas por la Junta y un recorte de 850 millones de euros en las inversiones, sino una ‘reprogramación’.

DISFRAZAR LA REALIDAD

¿Que cuál es la diferencia? Según la María Moliner del Gobierno andaluz, “retraso significa que no se sabe cuándo culminarán las obras; hablamos de ‘reprogramación’ con la certeza de que las obras se van a culminar”. Extrapolando a la realidad sevillana el argot de la consejera, el que las setas de la Encarnación no se concluyeran en ninguna de las cuatro fechas anunciadas desde 2004 hasta hoy no significa que acumulen tres años de retraso, sino simplemente  que su ejecución fue ‘reprogramada’.

Y cuando a Rosa Aguilar le preguntaron por una obra sevillana cuyo inicio se retrasará, perdón, quería decir ‘reprogramar’, seis meses, estuvo sembrada al decir que sufriría “una deriva en el tiempo”. Genial. Habrá que pensar seriamente en proponer la candidatura de nuestra maga del lenguaje para el primer sillón vacante de la Academia, porque esta inventora de eufemismos se merece una letra mayúscula.

SEVILLA TRAGA

Para que no la acusen de estar al servicio del ‘centralismo sevillano’ y sabedora de que a quien dentro del PSOE levante la voz en defensa de Sevilla le puede pasar lo mismo que a José Caballos, y que todos los suyos aquí van a decir amén o a repetir como papagayos  el argumentario oficial, Rosa Aguilar le ha pasado la mayor parte de la factura de la ‘reprogramación’ a Sevilla, para blindarse frente a las protestas de otras provincias. Así, del ahorro global de 850 millones en toda Andalucía, la Junta le ha metido un tijeretazo de 451,6 millones a Sevilla o, lo que es lo mismo, de cada 100 euros que no invierte, 53 se los quita a nuestra provincia. Y de las 39 obras que se ‘reprograman’, 12 (el 30,76% del total) estaban previstas en Sevilla.

Sufrirán un retraso de entre 6 y 10 meses el viaducto del Pago del Medio -que debe unir La Rinconada con San José-, el ramal de Brenes, la ronda urbana sur de Mairena del Aljarafe y otras tres carreteras. En materia ferroviaria, la consejera no ha osado meterle mano al tren de la Bahía de Cádiz, el tranvía de Jaén o los Metros de Granada y Málaga, pero ha ‘reprogramado’ todas las conexiones de Sevilla. Ni siquiera ha dejado indemne una sola para al menos disimular: dos tramos del tranvía de Dos Hermanas –y Toscano, tan contento-, el tranvía del Aljarafe, el tramo final del tranvía de Alcalá de Guadaíra con la Universidad Pablo de Olavide y dos tramos de la alta velocidad, el de la estación de Santa Justa al aeropuerto y el túnel de los Alcores.

Ésta era, a lo que se ve, la apuesta de la Junta por la movilidad sostenible en el área metropolitana. Si a la ‘reprogramación’ de la Junta en materia ferroviaria se le une la del Ministerio de Fomento en carreteras, especialmente en la SE-40, vemos que Sevilla es la gran víctima andaluza de la ‘pinza’ formada por las dos Administraciones en materia de obras públicas.

CONSECUENCIAS

La Junta va a diferir la inversión de 451 millones de euros en la provincia de Sevilla durante los próximos seis, siete o diez meses si, en el mejor de los casos, se cumplen los plazos de la ‘reprogramación’, pero, por la magia del lenguaje eufemístico de Rosa Aguilar, como no se van a rescindir los contratos, ni se van a paralizar (¿?) las obras, no va a haber repercusión alguna en el empleo, como si las empresas constructoras pudieran mantener en plena crisis mano sobre mano a sus plantillas si no hay carga de trabajo.

Cuando el Ministerio de Fomento anunció su propio plan de recortes y anulaciones de obras públicas, las patronales de la construcción, en un vano intento de frenar al ministro Blanco, hicieron un estudio para estimar los efectos de las desinversiones gubernamentales. Según el informe, por cada millón de euros dejados de invertir en las obras públicas se pierden 18 empleos directos e indirectos, tanto en la construcción como en los sectores auxiliares.

Aplicando estos cálculos al anuncio de la Junta, los 451 millones de euros que por de pronto no se invertirán en Sevilla se traducirán en la pérdida de 8.118 empleos.

Esta cifra equivale a todos los habitantes de un municipio como Santiponce, pero probablemente Rosa Aguilar diría que se trata  de “una deriva temporal en la ocupación”.

Setas hinchables

Julián Sobrino, profesor de Arquitectura, ha definido así las setas de la Encarnación: “Un proyecto que no es ni rehabilitación ni restauración;  que no es ni regeneración ni remodelación;  que no es ni intervención ni conservación; que no siendo nada lo es todo, porque, ante todo, este proyecto es confusión, el signo de los tiempos, zeitgeist de la modernidad transmoderna de los que sin saber qué fueron las vanguardias hablan desde la retaguardia de la vanguardia;  de los que sin saber qué es la ética hablan de política;  de los que sin haber puesto, ni tener que poner, un euro eligieron este proyecto…». Pues para aclararnos en la confusión, podríamos haber recurrido a una empresa de las que reproducen a escala natural mediante gomas hinchables desde castillos a cualquier figura para los parques de atracciones. Haber colocado las setas hinchables en la Encarnación para que los sevillanos se hicieran una idea de su efecto antes de que hubiera sido demasiado tarde habría costado 600.000 euros. Barato si se considera que la factura ya va por los 116 millones.

El cartelón

En la Avenida de Jerez, junto al antiguo cauce del Guadaira, a cuya vera se alza ese Escorial en forma de hotel Al-Andalus, aún sobrevive al tiempo y a los vándalos un cartelón que anuncia para no sé qué año ya pretérito la terminación del Parque sobre el cegado curso del afluente del Guadalquivir. En esta Sevilla virtual que ocupa páginas de periódico  pero que no acaba de materializarse, nos pintaron una zona verde que serpeaba desde las Tres Mil hasta Nuevo Heliópolis y Los Bermejales con pasos elevados sobre la avenida de Holanda y molinos eólicos. Éstos, impulsando el agua desde el Guadalquivir, obrarían el milagro de que volviera a fluir líquido elemento por el primitivo curso de  un Guadaira que castigó los chalecitos de la Expo del 29 con históricas inundaciones y que por ello fue desviado extramuros. Del Parque y del futurible curso fluvial no hay nada, salvo vestigios de obras abandonadas. ¡Y pensar que este proyecto ya databa de los tiempos de Soledad Becerril!. Hoy, sólo queda el cartelón como mudo testigo de cargo contra la desidia de Sevilla.

Segunda estación

El (sin) alcalde que no iba a alegar al proyecto del Metro por –decía- haberlo pactado todo previamente con la consejera de Obras Públicas le ha roto ahora los esquemas a la Junta al alinearse con la inmensa mayoría que pide una segunda estación en el centro aparte de la prevista en la plaza del Duque. Por más que los técnicos digan que los cimientos de las setas impiden excavar la parada en la Encarnación, el (sin) propugna un pozo de bolsillo con dos bocas: una al Antiquarium y otra dentro del Parasol para hacer honor a su nombre de Metropol. Si se admite la tesis de Alfredo, que para más ‘inri’ reconoce que no es suya cuando dice que se trata de “imitar a Barcelona” (¿será algún día al revés?), la Junta ya no tendrá argumentos para encastillarse en paradas cada 1.400 metros, porque el Duque y la Encarnación sólo distan 250. Más que nunca, como sostienen los comerciantes, se justificaría la gran estación central en Plaza Nueva, situada a 500 metros del Duque y donde no hay problemas técnicos para excavar porque el pozo lleva veinticinco años esperando.

La otra agenda oculta de Monteseirín

La historia de cómo nació y se desarrolló el Parque Alcosa que cuenta en su web el IES Pablo Picasso (www.iesppicasso.org) es un ejemplo de historias similares de decenas de barriadas. Narra esta web que en los años 60, ante la escasez de vivienda en Sevilla, un constructor valenciano se comprometió a construir VPO si le cedían suelo barato.

Los comienzos fueron muy difíciles, por la falta de agua potable, que se distribuía con camiones-cisterna. Las aguas residuales corrían por tuberías paralelas a las del agua potable y morían en un principio en pozos negros. El alumbrado público dejaba esquinas de los primeros bloques sin iluminar, lo que favorecía el gamberrismo.

Como estos terrenos quedaban muy alejados del casco urbano y no entraban en los planes del Ayuntamiento a corto plazo, el barrio demandaba servicios que no tenía: acometida de agua potable y alcantarillado, mercado, colegios, consultorio…

Dice la página del instituto que actualmente las avenidas principales están recepcionadas por Urbanismo, pero no el interior de las plazas, por lo que son los propios vecinos los que, constituyendo intercomunidades, cuidan jardines, acerados y parterres, y que una de las reivindicaciones más antiguas de las asociaciones es la recepción de las zonas urbanizadas y la urbanización de las zonas pendientes, ya que los vecinos pagan sus impuestos municipales “y el Ayuntamiento contesta que con los medios económicos actuales la recepción total del barrio se hará en sucesivas etapas”.

En tiempos de Rafael Carmona como delegado de Urbanismo –hasta 2003- se calculó que el Ayuntamiento aún tenía un centenar de barrios por recepcionar oficialmente. Y en febrero de 1995, el portavoz del grupo socialista, José Vallés, decía que actuar en barrios sin estar recepcionados “es una falta de ética en la que el PSOE no hubiera incurrido nunca”.

LA TASA FUSTEGUERAS

Cincuenta años después de aquella colonización de suelos para erigir Alcosa y otros barrios sin apenas equipamientos, los tiempos del urbanismo son otros. Ahora, en los Planes Generales adquiere una importancia fundamental la determinación de la red de sistemas generales, para asegurar la coherencia y racionalidad en el desarrollo urbano: red de vías públicas, de circulación rodada y peatonal; infraestructuras para la prestación de todos los servicios de acceso, suministro de energía eléctrica, suministro y saneamiento de agua, alumbrado, telecomunicaciones…

El suelo destinado a estas dotaciones públicas de carácter general lo obtiene el Ayuntamiento de forma gratuita con cargo a los propietarios del suelo, pero además de esta contribución forzosa, el redactor del último PGOU de Sevilla (2006), el arquitecto Manuel González Fustegueras, supo comprometer  a los promotores y constructores para que se implicaran en la financiación de las futuras infraestructuras generales de la ciudad, que habrían de permitir su expansión y el nacimiento ordenado de los nuevos barrios. A tal efecto, aquéllos firmaron 52 convenios urbanísticos por los que entregaron al Ayuntamiento unos 230 millones de euros.

DESVÍO DEL DINERO

En tiempos de vacas flacas como los actuales, esta reserva de dinero realizada en los tiempos de vacas gordas habría permitido activar la construcción de VPO (la ley exige un cupo mínimo en cualquier nueva promoción de viviendas) a precios asequibles para las decenas de miles de sevillanos demandantes de pisos, y mantener la actividad en el sector de la construcción.

Sin embargo, al igual que hizo con el informe sobre la inviabilidad técnica de las setas de la Encarnación, Monteseirín ha ocultado durante estos años que la denominada ‘hucha del PGOU’ se la estaba gastando no en los sistemas generales para la Sevilla del futuro, sino en su urbanismo de escaparate en, sobre todo, el Centro, justamente la zona con menos problemas de equipamiento de Sevilla: 65 millones de euros en el Parasol, 5 millones en la Alameda, 6 en la Plaza de España, 18 en los carriles-bici….y 41 millones en el primer tramo de la SE-35, 17,7 millones en el bulevar de Bellavista, 19,7 millones en el Plan de Barrios…

El Monteseirín que irrumpió en la política local firmando contratos-programa con las asociaciones de vecinos por el déficit de equipamientos de los barrios debido justamente a que las inversiones se concentraban históricamente aquende la Ronda del Tamarguillo, ha cambiado de discurso al verse descubierto. Ahora proclama que el dinero de los convenios urbanísticos debe servir para equipar “la ciudad construida” y no para hacer “viales o calles que van de ningún sitio a ninguna parte”.

CIUDAD HIPOTECADA

Los promotores, agrupados en Gaesco, han calificado el desvío del dinero de ‘la hucha del PGOU’ como “una estafa en toda regla” e, indignados, estudian cómo llevar al Ayuntamiento ante los tribunales. Ahora, después de cuatro años con un PGOU nuevo, no hay sistemas generales ni dinero para ejecutarlos, por lo que, conforme a la nueva ley, ni siquiera se podrían otorgar licencias para viviendas si previamente no se han construido las infraestructuras.

Monteseirín no sólo ha hipotecado el presente de la ciudad (con él la deuda del Ayuntamiento asciende ya a 522 millones de euros), sino también el futuro. Los vecinos de Alcosa ya saben la respuesta a su pregunta de por qué el Ayuntamiento dice que no hay dinero para la recepción total de la barriada: porque el alcalde se lo gastó en las setas de la Encarnación y en “la ciudad construida”, no en la del futuro ni en la pendiente de rematar.

La serpiente del verano

Monteseirín ha recurrido a Europa Press para contestar a Torrijos y deslizar más sofismas sobre las setas, que está convirtiendo en la serpiente informativa del verano. Torrijos ha cuestionado el 31 de diciembre como fecha de su terminación y  vaticinado que no se concluirán hasta primavera y con más dinero..

Monteseirín afirma desconocer de dónde sale la estimación de su socio de gobierno. Éste ha sido muy claro al decir que se basa en su información “como primer teniente de alcalde” y que se atiene al “sentido de la realidad, de la responsabilidad y el conocimiento”.

Si Torrijos dispone de información reservada de la que carece el alcalde, pondría de manifiesto que Monteseirín  no se entera o cada vez pinta menos en el Ayuntamiento. Torrijos habría organizado un poder paralelo y sus propios circuitos informativos conforme a la tesis de Del Valle de que ocupa el espacio dejado vacío por Alfredo. Y si los dos disponen de la misma información pero cada uno da fechas distintas, uno estaría falseando la realidad, aunque después de que el Ayuntamiento ocultara desde 2007 el informe sobre la inviabilidad técnica del Parasol cualquier cosa es ya esperable de este gobierno.

SOBRECOSTES

Monteseirín alega que la mayor parte del sobrecoste se debe “a las mejoras planteadas en relación a las peticiones de los placeros…”

Urbanismo tramitó en enero a la petición del arquitecto de un segundo modificado, por la necesidad de rehacer los cálculos de los parasoles, compuestos por unas 5.000 láminas de madera, después de que en Alemania se derrumbara por el peso de la nieve un polideportivo y de que se decidiera recubrir la madera de las setas por miedo al calor.

Aprovechando esa circunstancia fue el Ayuntamiento el que, para evitarse problemas con los quejumbrosos placeros, pidió mejoras en los puestos de abasto,  por valor de 4,2 millones. ¿Cree alguien que Sacyr habría incrementado el coste sólo para atender a los comerciantes? No, la petición fue del Ayuntamiento, pero Monteseirín la presenta al revés.

INSUFICIENTE

Los comerciantes reclamaban puestos más de al menos 20 m2 frente a los 12 m2 diseñados por Mayer y que las instalaciones se hicieran de obra y no de acero. Pese a ser presuntamente inoxidable, un puesto-piloto montado como demostración acabó acumulando herrumbre y, tal como expresó el secretario de la cooperativa, “para colgar una estantería hay que llamar a un chapista”.

Otra queja de los placeros ha sido la reducción a 40 del número de puestos de venta, cuando hace casi cuatro decenios ellos eran 300 en activo, de los que ahora quedan unos 70.

Precisamente, cuando se debatió sobre el Parasol en la Comisión de Patrimonio, el jefe de Protección señaló que el proyecto era “bastante deficitario en lo referido al mercado de abastos y a la creación de una plaza pública” y que “con apenas 40 puestos aislados de 12 m2 cada uno, resulta a todas luces insuficiente para las futuras necesidades de una plaza de abastos de la centralidad de la Encarnación”. “Sin posibilidades de crecer –continuaba-, su capacidad de transformación y por tanto su supervivencia me parece exigua. Basta señalar que otros mercados que han sorteado con soltura la crisis de los mercados tradicionales, como La Boquería (Barcelona) y San Miguel (Madrid) tienen un mínimo de 60 puestos”.

Y según el pliego de condiciones, los puestos del mercado vacantes a medida que se vayan jubilando los actuales placeros pasarán a la galería comercial anexa gestionada por Sacyr, con lo que será sólo cuestión de tiempo que el antiguo mercado público, cuya recuperación ha servido de coartada para la operación de las setas, acabe convertido en un centro comercial privado, como otros grandes almacenes. Y recuérdese que Sacyr llegó a barajar imponer una renta de 500 euros/mes a los placeros.

PREVISTO DESDE 2004

Monteseirín también achaca el sobrecoste de las setas a la habilitación de un museo arqueológico, como si no hubiera estado previsto desde el principio en el diseño de Mayer de 2004. La referencia del concurso de ideas decía: “El proyecto, con sus grandes estructuras parecidas a setas, ofrece un espacio arqueológico, un mercado, una plaza elevada, múltiples bares y restaurantes debajo y en el interior de los parasoles, así como una terraza panorámica en el parasol más alto”.

Y se abundaba aún más: “Hace bastantes años, durante la excavación del aparcamiento subterráneo, fueron descubiertos restos arqueológicos. La ciudad de Sevilla decidió entonces convertir la zona en un museo y una plaza para atraer a los residentes y turistas. El museo arqueológico está emplazado por debajo del mercado, marcándose su presencia mediante una entrada dentro de la columna más gruesa del parasol”.

VIGILANTE

Monteseirín también ha incluido en los sobrecostes la urbanización del entorno, un reconocimiento implícito de que el Ayuntamiento habría asumido la reforma de la plaza, rebautizada como ‘la Encarnita’ y cuya ejecución correspondería teóricamente a Sacyr.

El alcalde proclama que vigilará para que la empresa en cuyo beneficio ha privatizado la Encarnación durante 40 años cumpla acabe las setas el 31 de diciembre, pero tras haber incumplido las cuatro fechas comprometidas anteriormente sin que el Ayuntamiento le haya aplicado la penalización prevista de 3.000 euros por cada día de retraso (en septiembre se cumplirán 1.095 días de demora),  los anuncios del alcalde tienen tanta credibilidad como los del pastor del cuento de que viene el lobo.

Siete Puertas

Recordarán que Manuel Rey, el delegado de Urbanismo inventor de las pastillas Macabeo, se sacó de la chistera un estudio en la línea del innombrable (para Monteseirín) Emilio Carrillo en que cuantificaba en ‘cienes’ y ‘cienes’ de miles de millones y de empleos el impacto económico de las setas de la Encarnación. Pues menos lobos. El centenario comercio de ‘Las siete puertas’, uno de los teóricos beneficiarios del Parasol sin Metro(pol), ha hecho honor a su nombre y nos ha dado con la puerta en las narices. Vamos, que ha echado el cierre. Su propietario  culpa de su desgracia a las setas del cuento de la lechera del (sin) alcalde. Dice que en vez de ser el  “balón de oxígeno” para el comercio prometido por el Ayuntamiento, el Parasol ha convertido el área de la Encarnación “en un desierto”. ¿Ven cómo va a ser verdad que Sevilla acabará siendo similar al desierto de Tucson, en Arizona, conforme al augurio de los meteorólogos? El pronóstico le va a venir de perlas a Monteseirín, Marchena, Rey and Cía. La culpa no la tendrán las setas, sino el cambio climático.

Vaticinios

Torrijos ha vaticinado que, al contrario de lo anunciado por Monteseirín, las setas no estarán para el 31 de diciembre de este año sino, como muy pronto, para la primavera de 2011. El teniente del (sin) alcalde se ha amparado en el secreto profesional de los que viven del cuento de la política para no revelar sus fuentes “por deontología”, pero dice contar con información ‘top secret’ que avala su escepticismo “desde el sentido de la realidad, la responsabilidad y el conocimiento”. Ese es el problema. Torrijos entiende por terminar una cosa ponerle punto y final. Para Monteseirín, sin embargo, terminar algo es ponerlo a punto lo justo  para aparentar una foto inaugural en la que él aparezca como protagonista, aunque luego los albañiles se lleven meses e incluso años, como en la Avenida y calle San Fernando, cambiando losetas sobrepuestas o partidas y rematando las muchas puntadas sin hilo. Torrijos, en la más pura ortodoxia marxista, se atiene a la ‘real politik’. Monteseirín, un vendedor de motos averiadas, vive instalado en su particular ‘realismo mágico’.