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Autocensura

El otro día, el periódico le dedicó un editorial crítico a Juan José López Garzón, delegado del Gobierno en Andalucía (bueno, a lo mejor cuando aparezcan estas líneas ya ha dejado de serlo, víctima colateral del ‘fuego amigo’ de Juan Espadas), a cuenta de la censura que practica sobre las cifras de la delincuencia en Sevilla. Pero, ¿qué otra cosa podría esperarse de él, a tenor de la siguiente historia? Se cuenta que en el Día de la Policía, posterior a la huelga general, había repartido el texto de un discurso explícitamente crítico con el edil piquetero que, como se recordará, había puesto como coartada de su actuación el 29-S el acoso (¿?) de las Fuerzas del Orden, pese a que en el vídeo delator éstas ni siquiera habían acudido aún al bar atacado por el piquete. Llegado el momento de la verdad, Garzón se saltó el párrafo por no dejar más en evidencia al complaciente (sin) alcalde, presente en el acto. Luego envió a la prensa la nueva versión del discurso con el párrafo omitido. Garzón es el único político que, por censurar, hasta se censura a sí mismo.

La trama de las facturas falsas

La Policía ha acreditado que el Ayuntamiento pagó antes de las municipales de 2003 por obras no ejecutadas en el distrito Este y amparadas en facturas falsas, al igual que en el distrito Macarena, hechos éstos por los que la Justicia condenó a penas de cárcel a José Pardo, escolta del alcalde en aquella campaña electoral, y a José Marín, exdirector de Área del Ayuntamiento y, en la época de autos, secretario del distrito.

El presidente de la Cais, José Baena, alertó a la Justicia de que en mayo de 2007 recibió copias de unas facturas por valor de 5.266 euros y emitidas por un cambio de solerías en el distrito Este, obras que jamás se ejecutaron, pese a lo cual fueron abonadas por el Ayuntamiento. La Policía elevó en 2008 a la juez del  caso un informe en el que advertía de que esas facturas no son más que “la punta del iceberg”, porque el constructor había facturado al distrito 269.412 euros sin que las cuentas cuadrasen.

La Policía ratifica así la denuncia que en 2005 hicieron los dos ediles del PA, Paola Vivancos y Rafael Carmona, que destaparon el escándalo, los cuales señalaron que había una trama de facturas falsas en los distritos  Macarena y Este. Sólo les dio tiempo antes de salir del Ayuntamiento a airear la corrupción en el primero.

CAMBIO DE PAREJA

Tras las municipales de 1999, el hartazgo de Soledad Becerril propicia la ruptura de la coalición PP-PA y la forja de una nueva alianza, PSOE-PA, que permite el acceso de Monteseirín a la Alcaldía por un pacto en el que Rojas Marcos  impuso a Chaves desde el Metro hasta  su cuota de poder municipal: controlarían el 70% de las inversiones del Ayuntamiento pese a contar con la mitad (6) de concejales.

El PA seguía manteniendo la delegación clave de Urbanismo y otras áreas que les permitían proyectar sus políticas para luego rentabilizarlas electoralmente: Obras, Cultura y Deportes, Fiestas Mayores y Participación Ciudadana. Así pues, Monteseirín gobernaba realmente sobre un 30% del presupuesto y, teóricamente, su capacidad de acción era muy limitada, si bien el PSOE podía beneficiarse de la imagen pública del nuevo alcalde, imagen que ha acabado siendo tan pésima como empezó, ya que su primera decisión fue la de subirse el sueldo.

EL ANZUELO

Los socialistas tendieron una ‘inocente’ trampa a los andalucistas, y éstos mordieron el anzuelo. El delegado de Hacienda y del distrito Macarena, Carmelo Gómez, propuso a sus socios que se incrementaran los presupuestos de los distritos y se les permitiera acometer pequeñas obras: arreglos y similares.

El grupo Andalucista debate la propuesta. En principio no le ve sentido, porque el PA controlaba todos los trabajos  en la ciudad a través de Urbanismo y de la nueva delegación de Obras. Asimismo, porque los distritos carecían de personal y más aún de técnicos especializados, como eran los de Urbanismo, para controlar la calidad de la ejecución y la veracidad de los presupuestos de los contratistas.

Sin embargo, al final se impone la tesis de Juan Ortega, delegado de Fiestas Mayores, que veía en la idea una gran oportunidad de que se visualizara en su distrito Sur la acción del PA. Así que se multiplicó el presupuesto de los distritos y se les dio capacidad de hacer ‘obritas’, pese a que ni tenían personal ni técnicos, una carencia que Carmelo Gómez se ofreció a subsanar mediante arquitectos de Patrimonio que visasen los expedientes y personal de apoyo (voluntarios) que supervisasen las obras, que se acometerían previa consulta a los vecinos sobre su necesidad.

PRINCIPIO DEL FIN

Cuatro años más tarde, tras las elecciones de 2003 -en las que el PSOE marcó al PA con la acusación del ‘urbanismo bajo sospecha’-, Monteseirín logró desembarazarse de sus incómodos socios de gobierno al forjar una nueva coalición con IU merced a la caída de los andalucistas, que de 6 concejales pasaron a 4. El PSOE ganó el equivalente a lo perdido por el PA y pasó de 12 concejales a 14.

Dos de los distritos controlados por los socialistas, Macarena y Este (ambos con casos de facturas falsas), fueron clave. En Macarena, el PSOE pasó de 29.217 votos a 34.711;  el PA, de 14.526 a 9.565. En Este, el PSOE evolucionó de 36.365 a 41.501;  el  PA registró 9.938 votos frente a los 12.739 anteriores. Y en el distrito Sur, donde debían visualizarse las obras acometidas por el PA, el PSOE prácticamente se mantuvo (de 18.912 votos a 18.645) y los andalucistas fueron incapaces de rentabilizar nada: de 7.787 votos a 6.370.

Ya en la Oposición, cuando Vivancos y Carmona buscaron una explicación a lo ocurrido y chequearon durante seis meses los expedientes municipales, se percataron de que de obritas, nada: en los distritos controlados por el PSOE se habían urbanizado hasta avenidas enteras mediante facturas fraccionadas como “arreglitos”, y hasta en los marmolillos se había impreso, en vez del sello municipal, una leyenda del  distrito Macarena, para que los vecinos visualizaran quién les hacía las obras, encargadas a personas afines. Como no había control técnico de Urbanismo, nadie sabía, podía o quería interpretar si habían sido 100 en vez de 200 los m2 de solería colocados, y así se propició que se inflaran los costes y hasta se falsificaran facturas por  obras inexistentes, como se ha vuelto a demostrar ahora en el distrito Este, donde la Policía no ha hallado vestigio de “solado de hormigón pulido en color verde”.

Monteseirín, que dijo desconocer hasta a su guardaespaldas –uno de los condenados en el caso Macarena-, calla. ¿Seguirá sosteniendo que no había ninguna trama?

De propietario a inquilino

Resumen del capítulo anterior del culebrón sobre las setas. En el Pleno extraordinario del 21 de julio, el Ayuntamiento aprueba ‘in extremis’ con el voto de calidad (¿?) del alcalde el segundo modificado del proyecto, que supone una aportación extraordinaria municipal de 30,47 millones de euros para culminar  la obra. Los voceros municipales reconocen a regañadientes que de los 51 millones iniciales se pasa a 89,6, si bien según las estimaciones desarrolladas anteriormente en esta página el coste real de la ‘operación Encarnación’ en que Monteseirín ha embarcado a los sevillanos ascendía a   123 millones de euros.

En ese Pleno y/o en declaraciones a los medios, Torrijos advierte de que no va a admitir ninguna desviación presupuestaria más y que no las refrendará con sus votos. Asimismo, dice contar con información reservada de que habrá más sobrecostes y que la obra no se acabará en el nuevo plazo (el quinto ya): diciembre de 2010.

DE ALQUILER EN SU PROPIA CASA

El Pleno se celebró el 21 de julio, y Monteseirín ocultó, igual que ocultó en 2007 los informes que decían que las setas eran técnicamente inviables, que estaba acabando de negociar con la empresa constructora Sacyr que el Ayuntamiento pasara de propietario del edificio de la Delegación de Hacienda en la Encarnación a inquilino y por un plazo de cinco años, tal como acordó la Junta de Gobierno reunida justamente al día siguiente del Pleno: el 22 de julio.

Como se recordará, ese pésimo jugador de billar que es el aún alcalde había ideado en 2005 la siguiente carambola: le regalaba 25 millones de euros a Sacyr y le otorgaba una concesión mercantil durante 40 años de toda la Encarnación, incluido el edificio de la Hacienda municipal, para que edificase las setas en el plazo de dos años por la ‘módica cifra’ de unos 51 millones de euros. Luego le compró al Ministerio del Interior la antigua y ruinosa comisaría de la Plaza de la Gavidia por 9,9 millones de euros y le cedió cinco solares para que construyera otras tantas comisarías, y con la Gavidia en sus manos trasladaría allí a los funcionarios de la Hacienda municipal antes de entregarle el inmueble a Sacyr para que lo rehabilitara, cosa que tampoco ha hecho, y lo alquilara para oficinas.

Cinco años después, las setas están por acabar, su presupuesto oficial casi se ha duplicado a costa de los sevillanos, Interior sólo ha construido una comisaría de las cinco, la Gavidia está más en ruina que antes y ahora hay que pagarle a Sacyr otro sobrecoste derivado de las setas en concepto de alquiler de un edificio del propio Ayuntamiento. ¿Cabe mejor metáfora de hasta dónde es capaz de llevar Monteseirín a Sevilla? La factura del alquiler será de 60.000 euros al mes, igual a 720.000 euros al año, igual a 3.600.000 euros en un lustro.

¿No decía Torrijos que no iba a admitir más sobrecostes?

BONIFICACIÓN A LOS PLACEROS

En el ínterin, los 39 placeros supervivientes del antiguo mercado se rebelan ante la pretensión de Sacyr de exigirles el pago global de 288.000 euros anuales  por ocupar las nuevas instalaciones debajo del Parasol, lo que supondría prácticamente el doble de lo que ahora abonan (de 360 euros mensuales a unos 615). Los placeros anuncian que no se van a dar por enterados de la exigencia porque pactaron con Urbanismo que la cuota mensual que tendrían que abonar no superaría el coste de mantenimiento.

Para evitar la ‘rebelión en la granja’ y más daños de imagen a su juguete preferido, el alcalde anuncia que el Ayuntamiento va a pagar ese sobrecoste porque, total, como ya destina 62.000 euros anuales al alquiler del mercado provisional el ‘statu quo’ no cambia. Una mentira más. Si Sacyr exige 288.000 euros y los 39 placeros pagan en conjunto 168.480 euros (360 euros/mes x12 meses), la diferencia a cargo del Ayuntamiento será de 119.520 euros/año. Esta cifra (sin contabilizar IVA ni IPC) supondrá 4.780.000 euros en los 40 años de concesión de las setas. Otra factura con la que no se contaba. ¿No decía Torrijos que no iba a admitir más sobrecostes?

DEMOCRATIZAR LAS VISTAS

Uno de los argumentos más demagógicos y falaces de Monteseirín, Marchena y compañía para justificar las setas era que así se democratizarían las vistas de Sevilla y la Giralda, “reservadas ahora sólo a los privilegiados que son dueños de una azotea en el Centro”, porque los sevillanos podrían subir gratis a lo alto del Parasol y solazarse viendo los tejados del caserío.

Los sevillanos no necesitan el Parasol para admirar el paisaje urbano cuando pueden hacerlo gratis desde lo alto de la Giralda, que lo duplica en altura.

Pues ahora Sacyr le exige al Ayuntamiento que le pague 180.000 euros anuales si quiere que los sevillanos tengan acceso a lo alto de las setas, ya que los turistas van a pasar por caja. Y si paga el Ayuntamiento, a la postre estamos pagando todos por, supuestamente, “democratizar” las vistas. ¿Dónde queda ahora la demagogia de Marchena? Pues bien, 180.000 euros (sin contar el IPC) en 40 años de concesión supondrán 7.200.000 euros.

Si sumamos los 3,6 millones del alquiler del edificio de la Hacienda municipal, los 4,78 millones de la bonificación a los placeros y los 7,2 millones por el acceso a las setas, veremos que los nuevos sobrecostes a futuro desde el 21 de julio ascienden a 15.580.800 euros y que el conjunto de la operación de las setas va ya por 138.580.800 euros.

Y menos mal que Torrijos decía que ni él ni IU iban a admitir más desviaciones presupuestarias.

Gorrillas

Rojas Marcos acabó aplicando el clásico adagio de ‘si no puedes con tu enemigo, únete a él’ y trató de integrarlos en el sistema con la creación de los ‘Vovis’. Monteseirín cambió de estrategia y aprobó contra ellos una normativa municipal que los comerciantes han tachado de “inoperativa” y “carente de eficacia” porque sus destinatarios son insolventes y carecen de domicilio conocido, motivo por el cual da igual que se les multe o se les envíe a ‘su’ casa.. Me refiero a ese invento genuinamente sevillano de los gorrillas, que no han podido erradicar ninguno de los ayuntamientos de la Democracia. Sin embargo, leo que la Policía ha realizado en los últimos días intervenciones que se han saldado con la expulsión de los gorrillas más conflictivos de la Gavidia. ¡Y decían que no había manera de meterle mano al problema! Pues se ve que cuando se quiere y hay voluntad política, se puede quitar a los molestos y extorsionadores gorrillas del medio. Supongo que en Bami todos los vecinos habrán recortado ya la página del periódico. Para ellos es la noticia del verano.

Insomnio

Uno de los encargos a los periodistas novatos consistía en llamar, aparte de a la Policía y los Bomberos cuando no existía el número 112 de Emergencias para preguntar por las últimas incidencias antes del cierre del periódico, al Centro Zonal de Meteorología para que tradujera a números el ‘¡ojú, qué calor!’ de cada día de verano, en lo que creíamos iba a ser un nuevo récord. Casi invariablemente, la respuesta era que de récord nada, que las temperaturas –por más que nos parecieran siempre por encima de 40º- eran las normales para la época y que ya no nos acordábamos del año anterior. Pues, como habría cantado Serrat, resulta que este año sí, ‘habemus’ récord. La temperatura media (el promedio de las máximas diurnas y de las mínimas nocturnas) en Sevilla durante julio ha sido de 30,3 grados, lo nunca visto  en los 59 años de estadísticas, y merced no a los escasos días de 40º o más, sino a las noches, donde en conjunto se han registrado ¡casi 23 grados cada jornada!. Esto significa que hemos pasado todo un mes de julio por encima de la barrera del insomnio.

Botellonas

Vecinos del casco antiguo constatan este verano cómo Sevilla sigue siendo una ciudad sin ley en cuanto a la movida se refiere. Dada la falta de policías, que como no hay dinero en las arcas municipales para pagar horas extra no se han ofrecido para reforzar el turno de noche, los ‘botelloneros’ campan a sus anchas y han reconquistado bebida en mano espacios emblemáticos que el vecindario creía perdidos definitivamente para ellos: el Salvador, la Alfalfa, la Alameda y el Pabellón de la Madrina. Sevilla es la única ciudad de Andalucía donde se incumple flagrantemente la ley antimovida del Parlamento andaluz, según la cual está prohibido terminantemente beber en la vía pública salvo en los sitios designados expresamente a tal efecto. Monteseirín sigue sin señalar botellódromo alguno y mantiene una tolerancia ambigua para no malquistarse el favor de los más jóvenes, el único segmento de población proclive a su política. Mientras el Ayuntamiento habla de ‘tolerancia cero’ con la doble fila, hace la vista gorda con las ‘botellonas’. Piensa que los coches no votan.

Caducidad

El Ayuntamiento ha ordenado a los policías locales que  sigan cursando multas  de tráfico pese a que los boletines estén caducados. Al parecer, se imprimieron con referencias a unas normas que ya han perdido su vigencia, por lo que a juicio de los agentes las multas podrían ser recurridas al ser nulas de pleno derecho: invocan una normativa prescrita. Por esta vez, y sin que sirva de precedente, creo que el Consistorio es quien tiene razón. Verán por qué. ¿No está acaso funcionando –es una licencia periodística- el Ayuntamiento con un alcalde al que Pepe Griñán declaró caducado, como los yogures, a finales del año 2009? Sabemos que el (sin) alcalde ya no pinta nada, aunque todos disimulamos y hacemos el paripé como si se creyéramos lo contrario, para no darle más sofocones al pobre, que por eso necesita viajar tanto, para huir de su depresión. Y, que se recuerde, Griñán ni siquiera utilizó un boletín homologado del PSOE, ni esperó a los tiempos reglamentarios del partido para enseñarle tarjeta roja a Alfredo. Le bastó un simple teletipo de Europa Press.

Desvergüenza

Maribel Montaño, Pedro Zerolo y Rosa Torres fueron testigos en primera línea  de cómo al menos tres periodistas eran agredidos impunemente durante la Cabalgata del Orgullo Gay, sin que movieran un dedo por evitarlo. Las fotos publicadas por varios periódicos muestran a los colegas rodeados  a lazo como conejos en un corralito y golpeados –a uno hasta le sacaron un hombro de su sitio- por un falso policía con una acreditación más falsa que las facturas falsas de la Macarena, de lo que debería tomar buena nota y actuar en consecuencia el sucesor de Alvarez Riestra al frente de la Jefatura. A pesar de las evidencias, la ‘portacoz’ del Ayuntamiento y la ‘caja tonta’ del (sin) alcalde, Giralda Tv, difundieron en sus respectivos partes la versión de que la marcha transcurrió en un ambiente festivo -¿formaría parte de la fiesta el pim-pam-pum a los periodistas?- y “sin ningún incidente digno de consideración”. Esta es la realidad edulcorada que de Sevilla nos vende Monteseirín. La Cabalgata del Orgullo Gay se convirtió así en la de la Desvergüenza Municipal.

Multas falsas

El Defensor del Ciudadano, que depende del (sin) alcalde y no del Parlamento por lo que tiene más mérito su denuncia (ya veremos si no lo liquidan  como a José Vallés por sus dictámenes contrarios a Monteseirín desde el CES), el Defensor –decía- denuncia que los controladores de la zona azul suplantan la identidad de los policías para firmar los boletines y dar validez a las multas al no ser  agentes de la autoridad. Dice el Defensor que hasta tal punto se parecen las firmas  que en principio no se pueden distinguir unas de otras, por lo que al final la multa cuela y los sevillanos son sancionados ilegalmente al desvirtuarse su presunción de inocencia. ¿Y no deberían intervenir la Agencia de Protección de Datos y el Sindicato de la Policía? Porque ¿cómo conocen los controladores las firmas de los policías que deben imitar? ¿Y quién y cómo los ha entrenado para lograr tal  perfección falsificadora? El caso de las facturas falsas de la Macarena es un escándalo menor comparado con este otro, en que parece que se ha montado toda una academia de multas falsas.

Los olvidados de Charly

Los mandos de la Policía Local deben de haber visto muchas películas sobre Vietnam para llamar ‘Charly 2’ a su ‘cuartel’en la Cartuja, cuya falta de climatización ha motivado que los agentes se desnudaran en la calle para  airear, nunca mejor dicho, su situación ante el Ayuntamiento (sin) de la ciudad. Llamar a aquello edificio es una licencia poética, porque, tal como denuncian los policías, es un lugar cerrado, sin ventilación y con el techo de chapa,  pues no en vano formaba parte de la Banda de Servicios de la Expo: estructuras modulares montadas hace casi 20 años para almacenes de la Muestra Universal y que nunca fueron concebidas como oficinas. Este ‘moderno’ almacén de policías se convierte en una sauna con el tórrido calor de Sevilla. Elemental, querido Watson. Ha habido que esperar a que el termómetro marque cerca de 40º y al ‘full monty’ policial para que el concejal de Conservación (¿?) de Edificios Municipales diga que ultima las gestiones para arreglar el asunto. A buen seguro, él, Charly 1, nunca habría estado dos meses sin aire acondicionado.